lunes, 20 de octubre de 2014

Nuestra Señora de la Estrella, Agudo (Ciudad Real). Tres vírgenes para una ermita


Isabel Cabrera me ha enviado este interesante artículo sobre las imágenes de la Virgen de la Estrella de Agudo, para su publicación en el blog. (En un futuro cercano, yo también aportaré algunos datos al respecto, dentro del contexto de religiosidad popular que ya he empezado a desarrollar).

___________________________________________________

Por Isabel Cabrera.

El texto que se incluye a continuación es consecuencia de una petición realizada por un miembro de la directiva de la Hermandad con el fin de reunir algunos datos que complementaran la fotografía de la Virgen, que forma parte de la “I Exposición Itinerante sobre Fotografías de Vírgenes de la Estrella”. En un principio, se pretendía recabar información sobre leyendas relacionadas con la aparición, milagros, etc., pero el tema daba poco de sí y se decidió tirar del hilo de las imágenes, que parecía más prometedor. De este modo se ha conseguido reunir un conjunto de datos poco conocidos sobre la que, seguramente, fuera la primera figura de la Virgen María que acogieron los edificios de culto en Agudo. La antigüedad de la escultura, evidenciada por la materia prima y por los rasgos arcaizantes que se intuyen en la fotografía conservada, incrementa la parca información que poseemos sobre los orígenes de nuestro pueblo.

La mala calidad de la fotografía y mis mediocres conocimientos sobre la materia no me permiten una adscripción cronológica de la talla antigua de la Estrella por lo que considero oportuno adjuntar la foto por si alguien más versado en Photoshop o Arte Medieval pudiera aportar nuevos datos.
___________________________________________________

Nuestra Señora de la Estrella, Agudo (Ciudad Real). Tres vírgenes para una ermita

En Agudo se recuerda una vieja tradición, según la cual la Virgen se apareció sobre una higuera, que crecía en el lugar donde después se construiría su ermita. La idea no es demasiado original si tenemos en cuenta que en un trabajo realizado sobre catorce santuarios marianos de la provincia de Ciudad Real (Guía para visitar los santuarios marianos de Castilla La-Mancha) tres de las apariciones sucedieron sobre un árbol, nacido en el lugar donde después se construiría la ermita –Virgen del Monte de Bolaños de Calatrava, Virgen de los Santos de Pozuelo de Calatrava y Virgen de la Carrasca de Villahermosa–.

Las primeras menciones conocidas sobre la ermita de la Virgen se remontan a 1502 y 1510, corresponden a los visitadores de la Orden de Calatrava y especifican que los actos cultuales se realizan en la iglesia de Santa María al hallarse la iglesia de San Benito en obras. En esos años la Virgen aún es Santa María a secas y continuará siéndolo en los documentos posteriores al menos hasta 1589, cuando se menciona de ese modo en las ordenanzas de la cofradía de la Vera Cruz. Raquel Torres Jiménez ha sugerido la posibilidad de que la ermita de Santa María podría haber sido la parroquia de la población antes que la iglesia de San Benito; el cambio de titularidad tendría que haber sucedido antes de 1493, momento en que se documenta la última como iglesia mayor de la villa.

La información es más parca aún en lo que respecta a la imagen. Se conserva una fotografía anterior a 1914 de muy escasa calidad, una nota en un inventario de bienes, fechado en 1882, donde se apunta la siguiente descripción: de piedra tallada con el niño Jesús en brazos, pliegues del traje bastante estropeados. El testimonio de un vecino y tres pequeños fragmentos con restos pictóricos, atribuidos a la escultura, completan toda la documentación. En la fotografía parece apreciarse que los rasgos de la Virgen son arcaicos, con ojos grandes y cejas muy arqueadas, que el niño mira hacia el frente-derecha y que el conjunto no fue concebido para vestir porque los ropajes no se le acoplan. Los restos de pintura de los fragmentos denotan antigüedad, aunque no podemos precisar más a falta de un estudio de los mismos. De la anotación del inventario de 1882 cabe deducir que la escultura había sido modificada, seguramente, con el fin de adaptarla a los nuevos tiempos y, en la Guía para visitar los Santuarios Marianos de Castilla La-Mancha, José Jimeno comenta que la Virgen del Prado de Ciudad Real fue la primera imagen mutilada para vestir, hecho que tuvo lugar en el siglo XVII –el autor no cita la fuente–; así pues, si el dato es correcto, la nuestra debió remodelarse en un momento algo posterior. El uso de la piedra en la elaboración de imágenes religiosas exentas no ha estado muy generalizado a causa del coste, el peso y la fragilidad a la hora de procesionar. Nuestra provincia conserva dos imágenes pétreas de María, la Virgen de los Mártires de Carrión, datada a comienzos del siglo XIII, y la de las Cruces de Daimiel, que correspondería al siglo XIV. Ambas, que fueron destruidas en la Guerra Civil y restauradas con posterioridad, pertenecen a poblaciones que formaron parte de los territorios de la Orden de Calatrava por lo que no resultaría muy descabellado que guardaran alguna relación con la que se veneró en la ermita de Agudo. Por el testimonio de un contemporáneo, conocemos que nuestra primera Virgen de la Estrella, que en los primeros tiempos se había denominado Santa María, fue destruida el tres de agosto de 1936 aunque ignoramos la identidad de la persona que recogió unos pocos fragmentos muy valiosos de cara a incrementar los datos sobre el devenir de nuestro pueblo.

Virgen Ntra. Sra. de la Estrella - Imagen de Piedra 

La segunda Virgen de la Estrella tuvo una presencia cultual mucho más reducida. Donada por Don. Birilo Puebla al poco de finalizar la Guerra Civil, se sustituyó por la actual en 1958, por lo que su estancia en la ermita no alcanzó los veinte años. Se trata de una imagen de vestir, realizada en madera, de buena calidad y con los suficientes puntos de movimiento en sus extremidades superiores para facilitar el cambio de vestuario de la figura, lo que pone de manifiesto el conocimiento del oficio por parte del artesano. En la cara posterior de la peana presenta una inscripción, “Hijo de J. Renalias. Tarrasa”. Es conocida la tradición imaginera catalana, pero ignorábamos cualquier información sobre ese taller en concreto; gracias al Museo de Tarrasa y, más concretamente, a Dª Teresa Gassó sabemos algunos datos más. El autor, Emilio Renalias i Pi, realizó algunas figuras interesantes como el paso de la Flagelación, que formaba parte de la procesión del Santo Entierro de Tarrasa, y se había formado en el taller de su padre, Josep Renalias i Carreras (1878-1934), también escultor especialista en la talla de imágenes religiosas. Conocida por los vecinos como “Virgen de los Puebla” a fin de distinguirla de la nueva, se guarda en casa de los familiares del donante.

Virgen de los Puebla

Únicamente una Inmaculada, procedente del Asilo y conservada aún en la iglesia parroquial, sobrevivió a la Guerra Civil; cuentan los que lo vivieron que representó también a la Candelaria y a una figurita del Belén. Mediante donaciones y limosnas, Agudo intentó recuperar, poco a poco, el elenco de imágenes de los personajes sagrados a los que siempre había recurrido en caso de necesidad, aunque no fue posible completar en menos de dos décadas el conjunto de santos que había costado reunir varios siglos. Quizá por ello sorprendió mucho la donación de una nueva Virgen de la Estrella, que ocuparía el lugar de la que había sido regalada pocos años antes; en una población pequeña y escasa de acontecimientos, el hecho suscitó todo tipo de comentarios sobre el aspecto físico de una y otra, las razones del cambio y otros asuntos que no viene al caso comentar.

La nueva Patrona de Agudo era una obra del escultor Luis Marco Pérez; según parece uno de los mejores imagineros españoles del siglo XX–los datos proceden de internet–, que realizó obras para la Semana Santa de Cuenca y algunas iglesias de Ciudad Real. Por proximidad geográfica, cabe destacar una imagen del Nazareno que procesiona en la Semana Santa de Almadén y que podría tener alguna asociación con nuestra Virgen de la Estrella.

Respecto a la talla, destacar que no se ha podido observar completa al presentar un acolchado de guata y cartón, que tiene como objetivo mejorar el aspecto de las vestiduras. Emulando a los vecinos de la época, que compararon la segunda y la tercera, cabe decir que la última tiene bastante menos movilidad en los brazos –solo en el codo, frente al hombro codo y muñeca que se observa en la de los Puebla– y que carece o está inutilizado el sistema de sujeción del niño con la madre por lo que habrá de utilizarse una cuerda o similar cuando la imagen procesione –el niño de la de los Puebla está bien sujeto mediante un garabato de hierro–. Ambas imágenes tienen un rostro hermoso. Tal vez la talla de Marco Pérez tenga un aspecto más moderno, lo que no debe sorprender si se tiene en cuenta la formación y la trayectoria profesional del artista; tampoco es extraño que Renalias realizara una representación más convencional, producto de su aprendizaje en el taller de su padre en una ciudad con amplia trayectoria imaginera. Cabe mencionar las diferencias que se observan en los semblantes de los dos personajes de la obra de Marco Pérez y no podemos dejar de preguntarnos si la figura del niño es obra de otra mano menos experimentada.


Virgen Ntra. Sra. de la Estrella, imagen actual


Bibliografía:
-Cabrera Gómez, I. y Penas Gutiérrez, E. (1998): Agudo. Una villa de la Encomienda Mayor de Calatrava. Ciudad Real.
-González Lara, José (1992): Santa María. Advocaciones marianas de la provincia de Ciudad Real. Madrid.
-López López, M. Cristina (2013): “Primeras manifestaciones del culto mariano conservadas en la provincia de Ciudad Real”, en Cuadernos de Estudios Manchegos, 38; pp 223-238
-Torres Jiménez, Mª R. (2002): Formas de organización y práctica religiosa en Castilla La Nueva. Siglos XIII-XVI. Tesis inédita
-VVAA (1994): Guía para visitar los santuarios marianos de Castilla La-Mancha. Ed. Encuentro, Ciudad Real.