jueves, 7 de octubre de 2010

Guerra de Independencia

En 1808, Agudo formaba parte de la Provincia de la Mancha. El 31 de Mayo, la Junta Provincial lanza bandos y proclamas a la población contra el  invasor francés.

Es previsible que durante este primer año , el  conflicto no afectase mucho en esta zona del interior, pero la situación empeorará a partir de 1809,  a raiz de los desastres de
Medellín  y de Ocaña ,  que supusieron la derrota completa de las tropas españolas.




El fracaso de los españoles en Ocaña en noviembre de 1809 dejó vía libre a los ejércitos imperiales para proceder a la invasión de Andalucía, dirigida por el mariscal Soult con unos efectivos militares de 55.000 soldados desplegados en tres cuerpos de ejércitos bajo el mando de los también mariscales Víctor, Sebastiani y Mortier, y uno de reserva con el general Dessolles.


Víctor avanza por la derecha en dirección a Almadén; Mortier y Dessolles lo hacen por el centro hacia Santa Cruz de Mudela y Ciudad Real; por último, Sebastiani toma el ala izquierda y se planta en Villanueva de los Infantes. La ocupación de Andalucía les tomó tan solo un par de semanas.

A partir de este momento, la presencia francesa será habitual.

La guerra con el francés será sostenida sobre todo por las partidas guerrilleras. Así en la Mancha, están las partidas de: Ventura Jiménez, Juan Gómez y Manuel Adame "El Locho", Fernando Cañizares y Mateo Velez de Guevara, Miguel Diaz al frente del "Escuadrón volante de Fernando VII", el cura guerrillero Francisco Ureña con sus "Cruzados de la Mancha", Francisco Abad "El Chaleco" con "Los Húsares de la Mancha", Manuel Pastrana "Chambergo", Juan Antonio Orovio, Francisco Lasso de la Vega y en Agudo tenemos la partida que creó
Alejandro Fernández , llamada "Husares de Ciudad Real" y la de Juan Velasco Negrillo.

Los gastos motivados por la guerra abultarán los presupuestos de los ayuntamientos y los vecinos son sometidos a cargas impositivas e incautaciones masivas que nunca parecen terminar.

Pero no sólo el Ejército regular es el responsable de todos estos dispendios; las partidas de guerrilleros, que en muchas ocasiones no son sino bandas de forajidos oportunistas, exigen también su parte de botín sin miramiento alguno.

La guerra de la independencia ocasionó también profundos cambios en el sector agrario. El conflicto bélico y el vacío de poder posibilitaron la resistencia al pago de diezmos y derechos señoriales, la inobservancia de los privilegios mesteños, la usurpación y rompimiento de tierras y la venta de fincas de los municipios.

Los Ayuntamientos recurrían a la enajenación de las tierras de propios y comunales para hacer frente a las necesidades económicas del momento cuando las rentas de propios no bastaban para cubrirlas.

Gran parte de la guerra de la Independencia se costeó con las contribuciones, empréstitos y suministros que se sacaron de la España rural. Los habitantes de los pueblos fueron, sobre todo, quienes sostuvieron el peso de la guerra, al tener que sustentar al ejercito francés y español, a sus respectivas administraciones, a la guerrilla y al ejército aliado, a través de impuestos y suministros. Y además sufrieron la destrucción de su propiedad agropecuaria y de los edificios.

El arbitrio que las autoridades de los municipios adoptaron, agotados todos los recursos, fue el de la venta de las tierras de propios y comunales.

Asi por ejemplo, la Junta de Subsistencia de Extremadura propuso el 30 de marzo de 1810 a la Suprema la enajenación y cercamiento de la mitad de los baldíos y tercera parte de los propios más próximos a los pueblos, en porciones unidas, como medio de pagar los suministros aportados por la provincia.









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