martes, 12 de junio de 2012

Apuntes sobre la Historia de Agudo en la Edad Media


Por Miguel Fernando Gómez Vozmediano (Agudo Taurino, num. 29, año 1996)

Los primeros documentos conservados relativos a Agudo datan de fines del siglo XII y de la centuria siguiente. En ellos se alude al paraje de la "Cabeza de Agudo", cumbre serrana situada entre Agudo y Almadén, consignada en sendos pergaminos de los años de 1189,1246,1264,1269 y 1274. En dichos documentos se delimita el Campo de Calatrava con respecto a los cuatro grandes poderes del área: el Rey, el Cabildo de Córdoba, la Mitra de Toledo y la Ciudad Imperial, respectivamente.
En pleno siglo XIII, con la decisiva victoria cristiana de las Navas de Tolosa sobre los mulsulmanes (1212) , quedaban en manos de los caballeros calatravos extensos dominios fronterizos de difícil repoblación por su cercanía con los belicosos andalusies. Posiblemente desde entonces se asignasen los lugares de Agudo y Abenójar (dehesa donada por Alfonso VIII a la Orden en 1183) a la Encomienda Mayor de Castilla, ostentada por uno de los máximos dignatarios de la Milicia, elegido por sus propios correligionarios entre el Comendador noble más poderoso e influyente del momento para que se encargase de su defensa.
Pocos datos tenemos del término de Agudo en el siglo XIV. Poco a poco se iría nutriendo su territorio de colonos de diversa procedencia atraídos por sus abundantes recursos naturales: sus montes proporcionaban abundante caza mayor y menor, la pesca fluvial era practicada en los ríos Siruela y Esteras, la hierba de sus pastizales era consumida por los rebaños mesteños y sus encinares eran transformados en leña o carbón, aprovechándose sus bellotas en la montanera. El libro de la Montería mandado redactar por Alfonso XI (1311-1350) hace mención a que "la sierra de Agudo con la vera de Agudo es todo un monte, e es bueno para la caza de oso en invierno".
A principios del siglo XV, Agudo era un enclave eminentemente ganadero,consolidado alrededor de su Iglesia Parroquial, cultivando sus habitantes las heredades ubicadas en el radio de un cuarto de legua de su entorno. Cereales, productos hortifrutícolas y plantíos de colonización (olivos y viñedos), serían destinados al consumo local.
La vinculación de Agudo con la Encomienda Mayor de Calatrava, su relativa cercanía con las minas de Chillón y Almadén, la temprana consideración de la villa como cabeza de una cuadrilla de la Mesta, junto a las fluídas relaciones con la poderosa ciudad de Córdoba, hicieron posible el asentamiento en el lugar de un puñado de artesanos mudéjares (moros que convivían entre los cristianos) y de tratantes judíos atraídos en el siglo XV por la prosperidad socioeconómica del área.
Los archivos de la Catedral de Toledo y del antiguo arzobispado de la Ciudad Imperial deparan notables sorpresas a los interesados en la historia de este entrañable pueblo manchego. Una aproximación a sus ricos fondos arrojan datos que consideramos claves para adentrarnos en su esplendoroso pasado, hasta ahora apenas vislumbrado.
Datos y noticias curiosas sobre esta localidad pueden espigarse entre sus cientos de miles de legajos y más de 3.500 libros custodiados por la Iglesia Primada de España. Entre los más sobresalientes, dstacamos sin duda dos informaciones fundamentales para aproximarnos a su trayectoria medieval: su denominación antigua como "Puebla de Agudo" y los informes relativos a su tradición ganadera.
En efecto, desde el siglo XV hasta el siglo XVII, al menos, los cobradores de diezmos (impuestos eclesiásticos sobre las explotaciones agropecuarias campesinas, cuya recaudación en especie era almacenada en la casa de la Tercia) citan a Agudo siempre bajo el apelativo de "Puebla". Este calificativo implica que en tiempos pasados se concedió a sus vecinos una Carta o Estatuto Escrito Privilegiado con respecto a los moradores circunvecinos. Tal vez las ventajas económicas fiscales contenidas en esta Carta-Puebla justificasen la inmigración masiva de colonos de la zona de Siruela, Capilla, Fuenlabrada y Villaharta de los Montes que llega a desbordar Agudo para poblar la Puebla de Don Rodrigo Girón (Maestre Calatravo) a partir de 1472- Todavía a finales del siglo XVIII los destinos de ambas Pueblas corren parejos, estimando las autoridades toledanas su vecindario en 367 familias.
Por su parte, los comisionados generales de la Orden de Calatrava giraron minuciosas visitas a Agudo en los años de 1422, 1459, 1463,1471,1479,1486,1490,1492-95 y 1499. En principio solo informan sobre los bienes de la Encomienda (tierras, inmuebles, derechos señoriales) y los de la Iglesia lugareña, pero a partir de 1471 pasan a controlar Ermitas, hospitales y Cofradías.
Una importante Concordia entre la Orden y la Mitra, echada en 1474, trataba de resolver a que instancia pertenecía el tributo sobre los sembrados. Hacia 1492 los caballeros cruzados alegan que en Agudo sus residentes apenas contaban con tierras cultivables, no podían acceder a su propiedad "porque los Comendadores Mayores las dan y quitan ... y todo es dehesa, sierra y montarasia".
Sus titulares se comportaban como señores feudales, gozando del dominio indiscutido sobre la tierra, exigiendo a los labradores que trabajasen gratis en sus propiedades y quedando la mayor parte del terreno sin cultivar bajo monopolio del Comendador (colmenas, caza y leña). En 1511 los árbitros designados por los pleiteantes desisten y el propio Fernando el Católico mediará para solventar un asunto tan espinoso. Con el paso del tiempo, la comarca de Agudo alcanzará una importancia inusitada, siendo una de las villas más ricas y envidiadas del Campo de Caltrava.


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