jueves, 30 de abril de 2015

Algunos datos sobre la imagen antigua de Nuestra Señora del Rosario de la Aurora de Agudo (Ciudad Real)

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Por Isabel Cabrera
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La costumbre, seguida por los auroros, de entregar una estampa a los miembros de la hermandad ha posibilitado la pervivencia de una representación de la antigua Virgen del Rosario que se destruyó en el verano de 1936. 

  La observación atenta de la fotografía permite percibir cierta discordancia en lo que, a primera vista, parece una obra unitaria. En principio, la postura que presenta la figura de la virgen no parece adecuada para sujetar un niño sobre el brazo o no es, al menos, la que suelen mostrar otras esculturas de “vírgenes con niño.” En segundo lugar, el infante ostenta un porte muy característico de “niño en la cuna” que, de otro modo, no parece acoplarse muy bien al brazo. Finalmente, ambas figuras, niño y madre, se presentan muy poco cohesionados en la talla, lo que implicaría una mayor fragilidad del conjunto e incrementaría las posibilidades de ruptura. Las razones apuntadas nos llevaron a revisar la documentación conocida sobre la cofradía de Agudo, así como las establecidas en otras localidades de Andalucía, Extremadura y Murcia, fundamentalmente, donde hallamos algún dato que, así lo hemos creído, parecen confirmar la posibilidad de que la talla original careciera de criatura.

Aunque las cofradías rosarianas se originaron en el siglo XV, será tras la batalla de Lepanto (1571), en la que la victoria española fue atribuida a la intercesión de la Virgen del Rosario, cuando incrementen su popularidad. Dos años después, en 1573, el papa Gregorio XIII instituyó su fiesta el primer domingo de octubre y un seis de mayo de mil quinientos setenta y cinco se constituyó la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario en Agudo, según consta en su libro cancelario conservado en el archivo parroquial. No conocemos ningún documento de esta fecha que avale la existencia de una representación de la virgen titular, aunque una ilustración de la imagen arrasada en 1936 facilitaría su datación en un momento no demasiado lejano al del establecimiento de su cofradía. La estampa que se conserva no tiene calidad, por lo que no resulta fácil apreciar los detalles, aunque parece evidenciarse cierto aire renacentista; así mismo, el hecho de que la efigie fuera una talla de bulto redondo y contara con algún tipo de vestimenta ya en la primera década del siglo XVII pudiera estar avalando una fecha más temprana para su ejecución. El antiguo camino Córdoba-Toledo, muy transitado en esa época, debería orientar sobre los talleres viables en los que podría haberse ejecutado, aunque la cantidad de veces que los documentos aportan anotaciones sobre compras de ornamentos religiosos en Toledo abogan por esta ciudad.

En la visita que realizó un prior de la orden de Santo Domingo en 1608 se anotó lo siguiente: …señalo por imagen de la dicha cofradía, la que de su mano han vestido y por su altar el que la dicha imagen tiene que está al lado de la sacristía… De la cita parece deducirse que la imagen es anterior a la inspección del dominico, lo que no debe resultar extraño si se tiene en cuenta que, en el momento de la visita, la cofradía contaba ya con treinta y cuatro años. También cabe suponer que usaba algún tipo de vestimenta, aunque es en los inventarios posteriores, contenidos en el libro cancelario, donde se incluyen más detalles al respecto. El inventario incluido en la visita realizada por la Orden de Calatrava en 1631 menciona un vestido de brocatel de color carmesí (ropa, saya y manto con mangas), otro vestido de raso blanco (manto, ropa y delantera de saya de color carmín), otro manto y delantera de saya de raso azul, una corona de plata y dos rosarios que tiene puestos nuestra señora, pero no anota ningún tipo de indumentaria o alhajas para un párvulo.

El inventario de 1765 detalla también algunas vestiduras destinadas a la virgen, aunque cabe destacar una anotación bien curiosa: un niño que tiene para su brazo, de lo que cabe deducir que el mentado niño no forma parte de la talla principal; así mismo, se consignan una enagüita, dos mantillas con encaje de oro y plata y un mandil de lana con encajes, aunque no se especifica quién los viste.
Otros documentos, los inventarios parroquiales, revelan que la imagen de la virgen era una talla con un niño en brazos (1925), que había sido restaurada en 1889. Con estos datos cabe creer que, al menos, desde mediados del siglo XVIII el modelo iconográfico que representaba a la Virgen del Rosario sujetaba un niño sobre el brazo y, tal vez, la restauración de 1889 pudiera haber tenido en cuenta algún tipo de sujeción más segura para el infante, proporcionando al grupo escultórico la apariencia que exhibe en la fotografía.

Aunque el modelo de virgen con niño está muy generalizado, se han utilizado varios modelos iconográficos en la representación de la Virgen del Rosario de la Aurora y, parece ser que en la provincia de Granada predomina el tipo de virgen entronizada, como Reina del Santo Rosario. Además de otros complementos que caracterizan a las imágenes granadinas, interesa destacar el cetro y el banderín con el anagrama de María ya que el acto de asir cada uno de estos emblemas exige para las manos y los dedos una postura muy característica, que se asemeja en buena medida a la que presenta la desaparecida escultura de Agudo. Carecemos de cualquier evidencia sobre cetro y banderín, pero en el inventario de 1631 se mencionan dos rosarios, que tiene puestos la Virgen, y parece más natural mirar la estampa e imaginársela con un rosario en cada mano, que con el niño con el que la vemos.

Ya en la visita de 1608 se afirma que su altar estuvo situado al lado de la sacristía y allí permaneció hasta que, durante la reforma realizada en 1975, en tiempos del párroco D. Magdaleno, se cambió al lugar que ocupa en la actualidad. Del retablo antiguo no se conocen muchos datos, en las cuentas de 1711 consta que lo hicieron Juan Serrano Montes, el Mozo y Blas Serrano, su primo, que valió 2.200 reales, un toro y tres libras de cola (12 reales). En el balance de 1717 se indica que dorarlo costó 1420 reales, fue obra de Andrés de la Peña, dorador, el oro y otros materiales importaron 1984 reales, y tuvieron que vender treinta cabras y una viña para hacer frente a los gastos, pues el dinero no les alcanzaba ˗por supuesto, el día que pusieron la Virgen en el altar hicieron una celebración con pólvora, música, misa y vísperas que alcanzó otros 175 reales˗. Los inventarios parroquiales de fines del XIX y comienzos del XX especifican que se trata de un retablo churrigueresco, todo dorado, con grada, mesa, ara consagrada y sagrario con cortina y sacras forradas de lata y pintadas de blanco, y debió estar formado por dos cuerpos, el inferior con tres calles y el superior con una, a tenor de los santos y nichos que los cobijaban. Al menos dos de las hornacinas, la de la Virgen del Rosario y la de San Juan, estaban protegidas con un cristal en 1925. Santa Catalina ocupaba el hueco superior.

Entre 1663 y 1684, se hizo una corona de plata para la Virgen que importó 1.100 reales (no se menciona corona para niño y la madre ya poseía corona en 1631), y una lámpara del mismo material (3.089 reales) en Toledo. El siglo XVII fue, a tenor del libro cancelario, el momento de mayor esplendor de la cofradía, que contó con un capital en tierras y ganado lo suficientemente importante como para costear unos actos cultuales y lúdicos muy señalados en la localidad. Con el nuevo siglo llegarían los mandatos del arzobispo toledano que pretendían imponer unas actuaciones más devocionales y menos festivas, aunque solo consiguieron disminuir la popularidad de unas asociaciones ˗la decadencia también se detecta en la Hermandad Sacramental˗ que habían conseguido aunar a la mayor parte del vecindario en los comienzos de la Edad Moderna.

Un repaso a los textos que conservo sobre hermandades de auroros corrobora que Agudo es uno de los escasísimos lugares donde se conserva una documentación bien amplia de la cofradía, contenida en su libro de cuentas que abarca desde el momento de su fundación hasta 1825, además de un conjunto de coplas, compiladas en dos libros que, seguramente, no tienen parangón. Proteger todo ello y transmitírselo a las siguientes generaciones debería ser un objetivo de toda la población, pues ha sido el celo de aquéllos que nos precedieron lo que ha posibilitado que hoy tengamos acceso a esta información.

Finalizo con las palabras que el doctor Romero Mensaque, seguramente la persona más versada en temas rosarianos de todo el país, dedicó a los auroros de Agudo (Romero Mensaque, 2012): …debe mencionarse a la Hermandad de la Virgen del Rosario de Agudo (Ciudad Real), antigua cofradía dominica desde finales del siglo XVI, cuyos hermanos mantienen el antiguo Rosario de la aurora con todo su ritual, saliendo a las cuatro de la mañana y culminando el rosario con la misa de alba.

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Bibliografía:

-Aranda Doncel, Juan: “Cofradías rosarianas en la Córdoba del siglo XVIII: las hermandades de Nuestra Señora de los Afligidos y del Auxilio.” Instituto de Estudios Almerienses. Biblioteca Electrónica.
-Delicado Martínez, Francisco J. (2013): “Los auroros de Yecla (Región de Murcia).” El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial.
-Cerrillo Mansilla, Juan F. (2005): El Rosario de la Aurora. Ciudad Real
-Libro Cancelario de Nuestra Señora del Rosario. Archivo parroquial, Agudo.
-Marcos Arévalo, Javier (1992): “Apuntes al fenómeno de los auroros en Extremadura: los casos de Garbayuela y Zarzacapilla”. Rev. Alcántara, 25; Cáceres.
-Palomino Ruiz, Isaac (2012): “La Aurora María: notas en torno a su devoción en tierras granadinas.” Advocaciones marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial.
-Romero Mensaque, Carlos J.: “La devoción del Rosario en Andalucía: rosarios públicos, hermandades y coplas de la aurora.” Instituto de Estudios Almerienses. Biblioteca Electrónica.
-Romero Mensaque, Carlos J. (2012): “El fenómeno de los rosarios públicos en España durante la época moderna. Estado actual de la cuestión.” Revista de Humanidades, nº 19
-Retana Rojano, Rafael: “La hermandad de Nuestra Señora de la Aurora María: documentos para su estudio.” Instituto de Estudios Almerienses. Biblioteca Electrónica.

-Ruiz Fernández, José: “La conversión de la Virgen del Rosario en Virgen del Martirio, patrona de La Alpujarra.” Instituto de Estudios Almerienses. Biblioteca Electrónica.

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