Historia de Agudo

https://38gradosnorte.blogspot.com/
contacto: 38gradosnorte@gmail.com

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Cuento popular de Agudo (Ciudad Real): El viejo de los tres perros, por Carmen Pellejero Ríos (1981)

 Julio Camarena Laucirica, folclorista nacido en Piedrabuena, fue un estudioso de los cuentos transmitidos por tradición oral. Consciente que este importante acervo cultural estaba desapareciendo, se dedicó a recorrer numerosos pueblos de la provincia de Ciudad Real, y provisto de una grabadora, fue recogiendo los cuentos narrados en primera persona por sus protagonistas. Llegó a recopilar en torno a 1.200 cuentos, de los cuales una selección fue publicada en dos volúmenes.

Según él, un cuento tradicional debe reunir las siguientes características:

- Es una obra en prosa
- narra sucesos ficticios (con un argumento mínimo)
- varía continuamente

El primer volumen incluye  una selección de 142 cuentos. Entre los 53 los pueblos que visitó  entre agosto de 1980 y septiembre de 1983 figuran Agudo, Alamillo, Guadalmez, Saceruela, Valdemanco del Esteras, Puebla de Don Rodrigo, entre otros.

Portada del libro de Julio Camarena, ed. 1984

En Agudo tenemos la fortuna de que un cuento narrado por Carmen Pellejero Ríos esté incluido en este libro.
Julio Camarena respetó íntegramente la transcripción del cuento.

EL VIEJO DE LOS TRES PERROS

 Carmen Pellejero Ríos

Era un muchacho que tenía tres cabras y se iba con ellas tos los días; tenía una hermana y vivían solos los dos, la hermana y él. Y se fue un día y se le acercó un viejo que llevaba tres perros, y le dijo que si le cambiaba una cabra por un perro. El no quería, pero era mu bueno, y el viejo le dijo que le hacía falta para la leche, pa beber leche, y se le cambió; se le cambió por el perro y entonces se fue y se lo contó a su hermana. A su hermana no le pareció mu bien, pero total , se lo quedaron.

Y luego, al día siguiente, vuelve otra vez el viejo a que le cambiara otro perro por otra cabra. El tenía tres cabras, y el viejo tres perro; entonces así fue hasta que ya consiguió quese los cambiara los tres perros por las tres cabras y, cuando ya se los cambió, dice que uno se llamaba Rompehierros, otro Ponme-la-mesa y otro Tráeme-dinero; dice:

-Tú no tienes que preocupar por nada; na más que tú cuando necesites dinero, se lo dices a Tráeme-dineros, y te lo trae.

Entonces pues llegó a su casa, su hermana se echó a llorar y el empieza a decirle:

- No te preocupes; anda, ponnos la mesa –y entonces viene el perro y les pone la mesa.

Entonces la hermana, claro, ya se quedó sorprendida pero ya se desquitó del palo, y , cuando a otro día tuvo que ir a comprar, pues le dijo al perro:

- Tráeme-dineros! – y también le trajo dinero el perro.

Entonces ya se hicieron mu famosos y se fueron a recorrer mundo por ahí; dijeron:

--Pues ahora nos vamos a dar buena vida y nos vamos a ir por ahí.

Y luego les fue pasando muchas peripecias en el camino. Llegaron a una posá, les quería quitar los perros y los encerraron en un sitio; y entonces dijo él:

-- Rompehierros! --y los rompió, los hierros, y los dio la libertad.

Y siguieron andando hasta que llegaron a un pueblo que todos los años venía una serpiente, un dragón de siete cabezas, y se tenía que comer a una joven del pueblo todos los años; y la que fuera cumpliendo la edad de veintiún años le iba tocando; y ya se había comio a toas las jóvenes de veintiún años; entonces le tocaba a la hija de rey, a comérsela.

Y estaban tos sentaos, allí, esperando que viniere la serpiente, y entonces llegó él y se quedó junto a la hija del rey, esperando al dragón, y ella se echó a llorar. Conque le pidió, como estaba atad, le pidió que le cogiera un pañuelo que tenía pa que le limpiara las lágrimas, vio que venía el dragón y entonces le echó a los perros. Total, que derrotaron al dragón; y él y los perros se fueron.

Luego ya, cuando pasó todo, el rey daba una recompensa al que había salvao a su hija, y entonces se presentó uno, diciendo que había sío él. Total, que se lo creyeron que era él y empezó la ceremonia, a celebrarse la ceremonia. Estaban celebrando los esponsales y entonces él, cuando estaban en el convite, mandó a un perro pa que le llevara un ramo de flores; y llegó el perro y se lo dio a la novia, y ella, al ver el perro dijo:

-- !Ay!,, !ese!, !ese fue uno de los perros que me salvó!.

Y entonces echaron a correr los vasallos, o como se llamen, detrás del perro, pero se desapareció y no supieron dónde se entraba.

Mandó al otro perro, y también le siguieron hasta última hora, pero luego tampoco vieron donde entró.

Con que, ya luego, al último le dijo:

-- Tú ven despacito pa que te vean dónde entras.

Así es que también le siguieron y le vieron que entró en una posá; entraron y al joven ése le llevaron delante del rey. Ya fue a Palacio, pero el otro continuaba porfiando que había sío él; hasta que ya ella se acordó del pañuelo y dijo que ella había dao el pañuelo al que la había salvao. Dice el impostor:

-- Toma tu pañuelo.

Y dice:

--!Pero qué pañuelo es éste, si éste no es mi pañuelo – y entonces dice -- !ah!, !entonces tú no eres!

Total, que ya lo enseñó él y se casó con la hija del rey. Entonces, ya, querían saber de donde era el muchacho, y dijo del pueblecito que era.

Entonces vinieron a ver su tierra y, según venían por el camino, se encontraron un señor que estaba con mucho ganado, y dice el rey que de quien eran tantas cabras, tanto rebaño. Dice:

-- Pues éste, de Pedro – Pedro, que se llamaba el muchacho.

-- Y ¿qué Pedro?, ¿qué Pedro tiene unas cabras tan buenas?

Dice

--Pues de ese que va caballero con usté.

Total, que el muchacho se iba callando, porque él no sabía nada de to esto. Entonces, ya, van mas alante…

-- !Pues anda !, !vaya rebaño!…. ---la tierra, todo era de Pedro-- ! Pos Hija... !

Total, llegan más alante y, también, otro rebaño de cabras, y también era de Pedro.

--¿De que Pedro?

--Ese que va con usté.

-- Pos hija, !pos anda con Pedro, con que no tenía na!

Luego llegaron a otro sitio y había un viejo, con tres cabras, solas, y le dijo de quién eran las cabras. Dice:

--Pues son de Pedro, ése que va con usté. – Y dice – Que se baje, me de mis tres perros y que se lleve sus cabras, porque estos perros son tres ángeles y yo soy el señor.

Y entonces pues Pedro le devolvió sus perros, pero le había recompensao ya, que le había querío hacer esa gracia por lo bueno y el buen corazón que había tenío de socorrerle cuando él iba pidiendo leche.


Recogido en: Agudo
Fecha: Abril 81.
Narrado por: Carmen Pellejero Ríos
Edad: 45 años
Profesión: Sus labores



Incluyo además otros dos cuentos, de la Puebla de Don Rodrigo y Guadalmez.


EL MÉDICO QUE TENÍA TRATOS CON LA MUERTE


Pues esos años de hambre que hemos tenío tuvo que ser; tenía unos pocos muchachos un hombre y andaba vagando por ahí, y estaba muerto de hambre; y ya un día dice:

--Voy a echar los cepos y, si cojo yo un conejo, me lo voy a comer y no lo voy a dar parte ni a Dios.

Pues nada: fue, echó los cepos y cogió dos conejos; uno lo asó y el otro le dejó pa los hijos; echó lumbre y le estaba asando cuando estando asándolo, llega uno, !con unas barbas! Dice:

--¿Qué estás haciendo?

--Asando un conejo.

Dice

--Me darás un cacho, ¿no?

Dice:

--Yo, un cacho?… ¿quién eres tu?

Dice:

--Yo, Dios.

Dice

--Pues entonces no; vete de aquí que no te doy nada --- !como dijo que no le daba ni a Dios ..!

Pues ya, al cabo de un rato, se presenta una mujer ..

--¿Qué estás haciendo?

--Asando un conejo.

--¿Me darás un cacho?

Dice:

¿Quién eres tú?

Dice:

--Yo, La Muerte

Dice:

--Entonces si, a ti te voy a dar un cacho; pero a un tío que ha habío aquí antes, con unas barbas, que me ha dicho que es Dios, a ése no le he dao nada. --Pues nada; le dio un cacho.

Aquel hombre tenía un hermano médico. Pues ya la muerte le dice que qué quiere ser. Dice:

--¿Yo?, hombre, pues médico.

Dice:

--¿Médico?

--Si. Médico

Dice:

--Bueno; pues tú te vas a ir al pueblo, y si llaman pa un enfermo pues tienes que ir a verle; si me ves en los pies, no recetes nada, no tiene salvación; pero si me ves en la cabecera, enque sea una poca de agua, recétala.

Que coño, a tos los que iba les acertaba; al que decía:

--Este se muere – es que la vía allí, en los pies, que estaba tirando de él ya --; y éste se muere --- claro, lo acertaba. Al que la vía en la cabecera, claro enseguida le curaba:

Le llamaban muchos; decían:

--!Vaya médico!

--!Vaya médico!

--!Vaya médico!

Y ya la cuñá, la mujer del médico se enteró …

--Tu hermano es médico y creo que es un médico bueno. Te vas a hacer el malo, que le voy a llamar, a ver que te dice a ti.

Pues nada; le llamó.

--Oye, que está tu hermano malo, a ver si vienes a ver si tú sabes lo que tiene.

De modo que fué; pasó allí, a la habitación que él estaba, y estaba la muerte en los pies, y la dice a ella:

-- Prepara el traje, que se va.

--¿Pues que le pasa?

Dice:

--Prepárate –y al momento, muerto.

Y nada, pues ya siguió de médico y se hizo muy rico, ya no pasó su familia más hambre



Recogido en: La Puebla de Don Rodrigo
Fecha: Abril 81
Narrado por: Hipólito Martín Erance
Edad: 72 años
Profesión: Jubilado (anteriormente, cabrero)



LA ASADURA DEL MUERTO

Esto era una madre que mandó a su hija a comprar carne a la carnicería, y se había acabao, o lo que sea; cogió y se fue al cementerio y le arrancó la asaúra a un muerto que habían enterrao aquel día; y se la trajo la asaúra. La trajo y por la noche la estaban friendo, así pa hacer la cena y saltaba mucho la asadura, saltaba mucho. Total, que ya la comieron. Y se acostaron; se acostaron la madre la con la hija.

Entonces, cuando llegó ya, así, la medianoche, llegó el muerto llamando a la puerta; y decía:

--Dame mi asaúra, ura,

que me la quitaste de la sepultura !

Y decía la hija:

- Ay, mamaíta ita,

¿quién será?

--Déjalo, hijita,

que ya se irá.

--! No me voy,

que detrás de la puerta estoy !


Al rato, vuelve a llamar:

--Dame mi asaúra, ura,

que me la quitaste de la sepultura !

- Ay, mamaíta ita,

¿quién será?

--Déjalo, hijita,

que ya se irá.

--! No me voy,

que a un lao de tu cama estoy !

Y la hija ya tenía mucho miedo. Y el muerto cada vez ase iba acercando mas; y ya dice:

--Dame mi asaúra, ura,

que me la quitaste de la sepultura !

- Ay, mamaíta ita,

¿quién será?

--Déjalo, hijita,

que ya se irá.

Y dice:

--! No me voy,

que agarrándote de los pelos estoy !

Ya.


Recogido en: Guadalmez
Fecha: Octubre 81
Narrado por: Casi Chamorro Muñoz
Edad: 18 años
Profesión: Sus labores


Para concluir esta entrada dedicada a los cuentos, quiero compartir algunos de los célebres Cuentos de Calleja que conserva Paquita. Estas pequeñas joyas forman parte de una tradición editorial que marcó a generaciones enteras. Saturnino Calleja fundó su editorial en 1875 y la convirtió en la referencia más importante de la literatura infantil en España durante décadas, hasta bien entrado el siglo XX. Un dato, en 1899 llegó a publicar más de 3,4 millones de ejemplares.


Cuentos de Calleja en Agudo. Propiedad de Paquita


Mas cuentos de Calleja. Propiedad de Paquita



Fuentes



- Cuentos Tradicionales : recopilados en la provincia de Ciudad Real / Julio Camarena Laucirica. Instituto Estudios Manchegos, 1984
- Cuentos tradicionales recopilados en la provincia de Ciudad Real. Volumen II / Julio Camarena Laucirica ; Año 2012.

https://diccionariobiograficodecastillalamancha.es/biografias/julio-camarena-laucirica/