El
Doctor Pedro Vallina fue un personaje muy conocido e influyente en nuestra zona, en
los años 30. Las personas mayores de Agudo aun
le recuerdan, o bien, han oído hablar de él. La mayoría de las
personas a las que he preguntado, coinciden en afirmar que era un
médico excelente, dejando un poco al margen su ideología anarquista. Como
anécdota, parece ser que cuando alguno de sus pacientes se despedía con la fórmula “vaya usted con Dios”, se irritaba profundamente.
Pero,
¿quién fue este hombre? , ¿cual fue su influencia ?, ¿estuvo relacionado con los sucesos más críticos de los años 30?, ¿ cómo llegó a estos pueblos una de las figuras del anarquismo español?.
Don Pedro Vallina nació en Guadalcanal (Sevilla), en 1879. En Sevilla realizó su estudios de medicina, y a continuación se desplazó a Madrid para continuarlos.
Debido a sus intrigas políticas, fue deportado en dos ocasiones a la Siberia Extremeña, donde ejerció su actividad profesional como médico, y de paso, también desplegó una intensa campaña propagandística anarquista.
En
sus memoriasi,
nos cuenta como fue su paso por estos pueblos , y también nos
relata los hechos más importantes que tuvieron lugar. Hechos en los
que tuvo un papel relevante, siendo el responsable directo de muchos
de ellos, destacan los sucesos de la proclamación de la
Segunda República, los incidentes del 34, y sobre todo, los
primeros días del estallido de la Guerra Civil.
El
contexto histórico es bastante complicado. El último tercio del
siglo XIX conoció lo que se llamó el Sexenio Revolucionario, la
Primera República, un repunte del Carlismo (para muchos autores, la
primera guerra civil española), la Guerra y posterior pérdida de
Cuba y Filipinas. En España empieza un crecimiento del sector
industrial, concentrado fundamentalmente en Cataluña, frente al
mundo agrario del resto de España. El auge del movimiento obrero no es ajeno a estos cambios, y evolucionó de forma
distinta en Cataluña, donde había una burguesía, que en Andalucía.
El siglo XX no vino a mejorar la situación, y todo se fue
complicando más y mas; la semana trágica de Barcelona, el pistolerismo, la aventura colonial en África, el desastre de Anual, la dictadura de Primo de Ribera, .....
España estaba sumida en una profunda crisis
económica y social. El abanico de soluciones que se propusieron era muy
amplio, desde posturas moderadas a soluciones revolucionarias. Esta espiral de descontentos y diferencias, culminará en la proclamación de la Segunda
República y la posterior Guerra Civil.
Orígenes
Desde finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, Pedro Vallina se convirtió en seguidor del conocido líder anarquista, Fermín Salvoechea. Con él,
participó en la creación de la Federación de los Trabajadores de
la Región Española. Otro hecho importante de esos años, fue la
muerte del federalista Pi y Margall, que
motivó un acercamiento de los postulados federalistas
y anarquistas.
Pedro
Vallina inició desde muy joven su carrera de complots y conspiraciones, que
le llevarían a sucesivos encarcelamientos y exilios . Una conspiración
contra la monarquía, le supuso el exilio a París en 1902, donde
contactó con otros anarquistas europeos. Todos eran vigilados muy
de cerca por la policía francesa y sabían que se estaba preparando
un atentando contra Alfonso XIII. En la madrugada del
1 de junio de 1905, en la calle Rohan,
el presidente francés Louvet y Alfonso
XIII volvían de la Opera. Su carruaje fue alcanzado por una
bomba y ambos consiguieron salir ilesos, aunque algunos miembros de
su escolta y transeúntes fueron heridos. Se procesó a los anarquistas, Malato y Caussanel, y a quienes prepararon los
explosivos, Vallina y Harvey. Y, aunque había pruebas muy sólidas
contra ellos, fueron absueltos.
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Sospechosos del atentantado de la calle Rohan, Paris 1902 |
Un
año más tarde, de nuevo la policía francesa avisa de otro atentado
anarquista contra Alfonso XIII. El 31 de Mayo
de 1906, Alfonso XIII contraía
matrimonio con Victoria Eugenia. Cuando
el cortejo regresaba de la Iglesia de los Jerónimos a su paso por la
calle Mayor, alguien lanzó un ramo de flores. En su interior había
una potente bomba que no consiguió su objetivo por muy poco, aunque
provocó una matanza. Murieron veinte tres personas, así como un
centenar de heridos. Este atentado fue obra del anarquista Mateo
Morral.
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Atentado contra Alfonso XIII en Madrid, 31 de Mayo de 1906 - Foto ABC |
Ambos
atentados fueron un complot propagandístico contra la monarquía
española, llevados a cabo por los anarquistas españoles, pero con
conocimiento de Lerroux.
Éste, estaba a la expectativa de un vacío de poder provocado por el
asesinato del monarca y así poder protagonizar un alzamiento
revolucionario que le permitiera restaurar la república ii.
Tras
su detención por su participación en el primer atentado contra
Alfonso XIII en París, es expulsado de Francia, estableciéndose en
Londres. Allí, tras el fin de la primera guerra mundial, se acogió
a una amnistía general en España.
En
1918, participa junto a otro famoso anarquista, Sánchez
Rosa, en lo que se conoció como la rebelión de los
inquilinos en Sevilla. Los precios de los alquileres se habían
incrementado bastante y como consecuencia de los impagos se estaban
produciendo desahucios. Crearon la Liga de los Inquilinos, donde
pedían la rebaja de los alquileres, la supresión de la figura del
casero y una serie de reformas. Parece ser que este movimiento tuvo
bastante éxito, y las autoridades decidieron deportar a la Siberia
Extremeña, al profesor Sánchez Rosa a Herrera del Duque y al
Doctor Vallina a la Puebla de Alcocer. También estaría en
Fuenlabrada de los Montes y en Peñalsordo.
Poco
tiempo después regresa a Sevilla, y entre sus muchas actividades,
colabora activamente con su amigo Blas Infante, como activista y
militante andalucista. En 1931, Pedro Vallina participa en lo que se
conoció como el Complot de Tablada,
donde entre otros, figuraban Blas Infante,
Ramón Franco ( hermano de Francisco
Franco), el piloto Pablo Rada (ambos del vuelo del Plus Ultra), el
aviador Antonio Rexach y otros militares de la Base Área de Tablada.
Eran candidatos del Partido Republicano Revolucionario a las
elecciones constituyentes de 1931. El plan parece ser que consistiría
en bombardear los cuartes que no se unieran al movimiento
revolucionario. No llegó a producirse, porque la noche anterior,
Ramón Franco y Juan Galán sufrieron un accidente, fracturándose
las piernas. El plan se abortó, Sanjurjo detuvo a los militares y
Vallina vuelve a ser deportado a la Siberia Extremeña.
“ El
pueblo más importante de aquella comarca era Siruela donde, por lo
general, residía a temporadas, y de donde irradiaba mi propaganda a
una extensa zona que comenzaba en Cabeza del Buey y acababa en los
límites de las provincias de Cáceres y Toledo, y que penetraba como
una cuña en la provincia de Ciudad Real hasta las minas de Almadén”.
1931. Proclamación de la República
Corría
el año de 1931 y Pedro Vallina establecerá su residencia en
Almadén, “pueblo eminentemente de izquierdas, donde gozaba de la
mayor simpatía y estaba, hasta cierto punto, al resguardo de las
persecuciones.”
Nos relata como fue la proclamación de la
República el 14 de Abril en Almadén. Gracias a un teléfono, estaba
en contacto permanente con sus amigos de Madrid y conocía bien la
situación. Reunió en su casa un grupo de republicanos y les dijo:
“ Hoy es la fecha señalada para el movimiento, y en seguida que
acabe la consulta voy a sublevar la ciudad, proclamar la República y
dar comienzo a una revolución social con todas sus consecuencias”.
Poco después, al grito de ! Muera la monarquía !, ! Viva la revolución social!, se apoderaron del
Ayuntamiento y proclamaron la República. “Luego recomendé al
pueblo que se armara como un solo hombre, porque había que cavar
hondo, y nos esperaban largos días de lucha. Y en efecto, se tomaron
por asalto dos armerías que había y se requisaron armas de los
particulares.” … “Pronto se organizó una columna de hombres
armados que me seguirían para sublevar a los trabajadores de
Extremadura, que iban a ser auxiliares preciosos en la revolución
que comenzaba”.
Esta
columna armada se dirigió a Almadenejos y repitieron la misma escena. Cambiaron a los
representantes municipales y volvieron a Almadén, donde se
encontraron un “comunicado del capitán de la guardia civil
destacado en Agudo, pueblo extremadamente beato y reaccionario,..,
que me pedía ayuda militar por encontrarse en una situación muy
comprometida con las fuerzas que mandaba.”
“Aquella
noche del 14 de abril de 1931, una pequeña columna de hombres, unos
en camionetas, otros en autos, algunos a caballo y no pocos a pie,
marchaban por la tortuosa carretera de tercer orden que parte de
Almadén y penetra en la provincia de Badajoz, a través de un
terreno agreste y quebrado.
Todos
iba armados con escopetas, pistolas, sables, hachas, cuchillos y
cartuchos de dinamita, de los que se utilizaban en la mina. …. Al
llegar a Agudo “nos dividimos en tres grupos, dos que bordearon el
camino, entre la maleza, y uno que siguió la carretera, en el que yo
iba, pero todos armas al brazo y alerta. A poco trecho divisamos, a
la entrada del pueblo, un pelotón de guardias civiles que bajaron
las armas y me hicieron señas para que me acercara, contestando a un
viva la revolución que yo lanzara. Un sargento y un guardia civil
destacaron del pelotón y me acompañaron al Ayuntamiento, del cual
había tomado posesión el capitán de la guardia civil que me pedía
auxilio, y que ya me era conocido como hombre de ideas liberales.!
Agudo
Agudo
es el nombre de un pueblo de la provincia de Ciudad Real, colindante
con la de Badajoz, que me era muy conocido porque me llamaban allí
con frecuencia para visitar a enfermos graves. El médico de la
localidad, doctor Manuel Vélez, era un anciano de cerca de 80 años
que daba poco rendimiento. Como había sido buena persona, al final
de su vida era muy pobre y tenía que trabajar para mantener a su
esposa e hijas solteras. Pero cada enfermo le parecía un toro de
Miura, cansado de tantos años de profesión."Don Manuel -le
decía una vieja-, me encuentro muy floja". "Lávate con
almidón y luego te pones al sol, verás como te entiesas". "Don
Manuel, me duele la cabeza". "Más me duele a mí y me
aguanto", contestaba, alteranda el paso al oír a los
importunos. ¡Pobre viejo!, ya sordo y cegato por el peso de los
años. Las mujeres del pueblo reían de sus ocurrencias y lo miraban
con cariño.
No
sé por qué capricho tenía el mejor caballo del pueblo, que nunca
montaba, pero que me lo prestaba en mis viajes, y el indómito animal
me ponía en los mayores apuros con sus saltos y carreras. Un día
recibí una cartita de Don Manuel en la que me decía: "Cuénteme
usted en las filas del ideal libertario, cuya luz ha iluminado las
negruras de mis últimos años". Y en los que pudo me ayudó en
aquellas contiendas.
Agudo
era un pueblo muy antiguo de unos 5.000 habitantes, situado en un
lugar muy pintoresco, en el que había una hermosa iglesia mayor y
varios templos y ermitas, que visité en más de una ocasión en
busca de objetos artísticos, que no escaseaban, como cuadros,
retablos y bordados. Pero lo que más llamaba mi atención eran las
grandes ventanas de las casas señoriales, cuyas rejas de hierros,
labradas caprichosamente, eran testimonio de una raza ciclópea de
herreros. Era un pueblo extremadamente reaccionario y beato, y
abundaban las cofradías religiosas, los curas, las monjas y los
seminaristas. Los pobres campesinos estaban sometidos gustosos a los
sacerdotes y caciques, haciendo una vida miserable, sin otro consuelo
que el vino manchego, que abundaba como el agua. A pesar de mis ideas,
conocidas por todos, se me quería mucho en aquel pueblo, y hasta
hubo un beato ricachón que me dejó en su testamento un pequeño
tesoro de monedas de oro antiguas, que puse al servicio de nuestra
causa.
En
la época que me refiero, en vísperas de la proclamación de la
República, se iban a celebrar allí unas elecciones parciales, y el
pueblo se había dividido en dos bandos capitaneados por caciques
locales. El vino corría como el agua y enloquecía los cerebros,
temiéndose los sucesos sangrientos que se repetían en todas las
elecciones. Por eso el gobernador había concentrado allí numerosas
fuerzas de la guardia civil para poner un coto a los desmanes. Pero
al barruntar la proclamación de la República, se unieron los dos
bandos en uno solo para resistir a un gobierno de herejes.
Cuando
me entrevisté con el capitán en el Ayuntamiento me dio la impresión
de que se trataba de un hombre calmoso, dispuesto a solucionar el
conflicto a poca costa. Como el asunto estaba en sus manos, me ofrecí
a ayudarle en todo aquello que no fuera en menoscabo de la
revolución. En pocas palabras me puso al corriente de la situación
y se mostró impotente para resolverla sin mi ayuda. Por lo pronto me
pidió que tuviera una entrevista a solas con los dos caciques,
capitanes arañas de aquel
pueblo, y que tratara de reducirles a la obediencia. "
Los dos caciques a los que se refiere despectivamente Vallina, son Aliseda y Juan Blázquez, como secretario del Ayuntamiento.
Qué
le parece a usted que hagamos? -me preguntó el capitán perplejo al
contarle el resultado de las entrevistas.
-La
cosa es muy sencilla -le contesté-: fusilaremos en el acto al
secretario, tomaremos los lugares estratégicos y yo hablaré a este
rebaño de esclavos para que se subleven.
-No
quisiera que se derramase sangre, como no fuera en el último extremo
me contestó-, además de que somos pocos y ellos son muchos,
borrachos y con armas.
Pero
le ruego que no me deje solo y que a su vuelta de Extremadura se pase
por aquí con las fuerzas de que dispone.
Me
despedí del capitán y le prometí volver al día siguiente.
En
efecto, a mi vuelta de Extremadura, llegué una mañana a Agudo con
numerosas fuerzas populares, dispuesto a imponerme por la violencia.
Pero el capitán había ideado una táctica que dio resultado por el
momento. Para ello convocó a una reunión pública, a la que acudió
todo el pueblo. El mitin tuvo lugar en la plaza principal, y yo hablé
a la multitud desde uno de los balcones del Ayuntamiento.
En
el recinto de la plaza quedaron todos encerrados y las bocacalles
fueron ocupadas por los guardias civiles y los hombres que me
seguían, con la orden de hacer fuego si éramos agredidos. No fue
necesario. Mis voces atronaron el espacio y el fuego de mi alma se
comunicó a la de aquellos campesinos sometidos, que acabaron por
arrojar sus cadenas, volver las espaldas a sus antiguos señores y
caciques y contestar con entusiasmo a mi grito de "¡Viva la
revolución social!" Se constituyó en el acto un municipio
compuesto por campesinos pobres que se encargaría de hacer cumplir
los postulados de la Revolución."
_______
!! Tremendo !! Iban preparados para cualquier cosa. Ese día podría haber ocurrido una gran desgracia en Agudo.
______
Y continúa diciendo:
"El
secretario Blázquez se hizo luego lerrouxista, y otro abogadillo de
su grupo, Daza, diputado maurista; y con ese apoyo nos
hicieron toda la guerra posible.
Agudo,
que era una mancha negra en aquella zona roja, se hizo el pueblo más
rojo de todos, aun la clase acomodada, luchando con la mayor bravura.
Como
tenía anunciado, más tarde el pueblo juzgó en asamblea al
secretario Blásquez, que yo había detenido en Almadén, lo condenó
a muerte y lo hizo fusilar. El diputado maurista, que siempre me
ladraba como un perrito faldero, huyó con su padre, y ambos
encontraron la muerte en un pueblo manchego donde se habían
ocultado.
A
cada puerco le llega su San Martín, según dice el refrán
castellano. "
_________
Han pasado 79 años de estos asesinatos, y cada vez que leo estas declaraciones del Doctor Vallina, y el papel que tuvo, se me ponen los pelos de punta. Tiempos difíciles. En 1942 se redactó un informe que recogía los hechos más violentos.
|
Causa General: personas asesinadas o desaparecidas en Agudo |
___________
El lo justifica con la siguiente frase:
"Cuando
el viento de la época es favorable al progreso humano, basta soplar
con acierto sobre los pueblos vetustos para que de sus ruinas brote
la luz del ideal libertario."
Municipios
revolucionarios
" Salvado
el escollo de Agudo, la sublevación se propagó con la rapidez del
rayo por todos los pueblos del extremo norte de la provincia de
Badajoz, y en el resto ocurrió lo mismo, aunque con otros
caracteres, bajo la influencia de los socialistas. Antes y después
de la República llamé la atención a los hombres de la C.N.T., y
entre otros a Arín, de la necesidad de llevar nuestra propaganda a
la región extremeña ya la provincia de Ciudad Real, pero muy
ocupados en otros lugares, no atendieron mi llamamiento.
............
Asegurada
la revolución en aquella zona y dominados los caciques de Agudo,
volví a Almadén a toda prisa, a fin de informarme de lo que ocurría
en el resto de España.
Al
pasar cerca del pueblo de Valdemanco, en
la provincia de Ciudad Real, que parecía un nacimiento de día de
Reyes, acostado en la falda de una colina, en un anfiteatro de
montañas, torcí la marcha y llegué allí, siendo recibido con
júbilo por sus habitantes; se constituyó un municipio
revolucionario y se proclamó la República.
Como
ignoraban cuáles eran los colores de la bandera republicana
(y yo también), las mujeres habían sacado a la plaza pública todos
los trapos de colores que tenían en sus arcas, sin saber cómo
combinarlos. Uno de mis acompañantes, versado en la materia,
resolvió tan importante cuestión, ya poco ondeaba una bandera
republicana en los balcones del Ayuntamiento.
Almadén 1936. Primeros días de la Guerra Civil
Una vez finalizados los momentos más tensos de la proclamación de la República, resalto su punto de vista sobre lo que ocurrió en los primeros días de la Guerra Civil. El seguía en Almadén.
En
la prisión (de Almadén) había como dos mil detenidos, fascistas los unos,
sospechosos los otros, y muchos tontos que no eran nada. Como la
mayoría de los presos eran de Almadén, excepto una minoría de
forasteros, sus familiares se lanzaron a la calle gritando y pidiendo
perdón para los suyos, si alguna falta habían cometido, y sobre
todo que se le juzgara antes de condenarlos.
Apurados
nos vimos entre aquellos que querían destruir la prisión y los que
estaban dentro, y quienes trataban de evitarlo, por tratarse de
seres queridos. Y miles de brazos se levantaban en alto, dirigiéndose
a nosotros, unos con los puños cerrados, y los otros con las manos
abiertas, implorando piedad.
Por
fin se calmaron los ánimos, y se acordó poner en claro la situación
de cada uno de los detenidos, para no ocasionar víctimas inocentes.
En
los primeros instantes del movimiento, las autoridades de Almadén
detuvieron a centenares de sospechosos, pero luego no se atrevían a
ponerlos en libertad, para no despertar las suspicacias del pueblo.
Querían que yo les abriera las puertas de la prisión, para cargar
con las responsabilidades si se presentaban algunas, pero me negué a
prestarme a semejante maniobra. Los que habían mandado detenerlos
eran los obligados a reconocer su error y ponerlos en libertad.
Confieso
que nunca fui inclinado a las represalias de la retaguardia, aunque
siempre respeté la voluntad popular que, por lo general, iba bien
encaminada. Pero me esforcé en demostrar que las energías y las
intransigencias habían que aplicarse en los frentes de combate y con
los enemigos a la vista.
Como
el pueblo de Almadén me lo pidiera, con insistencia, saqué de la
prisión a los forasteros que había, casi todos de la provincia de
Córdoba, y los trasladé personalmente al pueblo de Agudo, sobre los
confines de la provincia de Badajoz, donde se formó un campo de
concentración muy humano, sin alambradas, y con los detenidos
alojados en una vieja iglesia en condiciones de higiene, pero con una
vigilancia montada por el pueblo.
Aproveché
aquel viaje para hacer un recorrido por el pueblo de Agudo, donde
tanta intervención había tenido con anterioridad. Quedé muy
satisfecho de la conducta de aquella gente y pude observar que habían
atacado duramente los edificios y fetiches religiosos, que tan
nefasta influencia habían tenido.
Por
cierto que estuve hablando con una señora de las más religiosas del
pueblo que me dijo con aire de seriedad: "Ahora comprendo que es
mentira todo lo que nos cuentan de los santos, pues han quedado
destruidos sus templos y sus altares, y ellos
Ignoro
con certitud la suerte que corrieron los detenidos que llevé a Agudo
para que se pusiera en claro su actitud y sacarlos de la atmósfera
cargada de Almadén. Pero según me dijeron más tarde todas fueron
ejecutados por la gente de sus mismos pueblos, pero no por los de
Agudo.
_____
Efectivamente, 34 personas naturales de Santa Eufemia, fueron ejecutadas en la mina La Párraga en Agosto de 1936.
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Listado de personas ejecutadas en la Párraga |
___________
Almadén
en peligro
"Un
día nuestro servicio de información, establecido en El Viso de los
Pedroches, en contacto con el enemigo, que tenía su cuartel general
en Pozoblanco, nos avisó de que estuviéramos preparados, porque los
fascistas concentraban sus fuerzas para atacarnos, obedeciendo a órdenes superiores de apoderarse de la mina de Almadén a toda
costa. Ya sabía de antemano lo codiciado que era aquel lugar, y más
estando los italianos en las filas de Franco. 1'; en efecto, a poco
recibí un ultimátum del Estado mayor fascista, invitándome a
entregar intacta la ciudad y la mina. La respuesta fue de tal índole
que no volvieron a insistir, y entonces se dispusieron a venir a
nuestro encuentro.
Había,
pues, que evitar a toda costa que se apoderaran de aquel lugar, y en
todo caso destruir la ciudad y la mina con todas sus dependencias,
para que no pudieran extraer el mercurio por mucho tiempo. Había
dinamita de sobra para recibir con salvas a los fascistas, y en caso
de necesidad para destruir los trabajos de la mina, dejando el
mercurio sepultado en las entrañas de la tierra, para que otra
generación más decente lo sacara.
Para
reforzar las defensas de Almadén, hicimos venir centenares de
hombres montaraces de la Siberia extremeña, a cuyo lado había
luchado mucho tiempo, teniendo la seguridad de que nos seguirían
hasta el último extremo, en el caso de que los de Almadén vacilaran
en las medidas supremas.
Un
anochecer recibimos noticias alarmantes. Una fuerte columna fascista
salía de uno de los pueblos de la provincia de Córdoba y se dirigía
contra Almadén. En seguida me reuní en el cuartel de la guardia
civil con el teniente, el sargento y el cabo, hombres aguerridos en
la campaña de Marruecos, y tomamos los últimos acuerdos referentes
a la defensa de la ciudad. La mayoría del personal combatiente
aguardaría, emboscado en las avanzadas, la llegada de la columna
fascista, mientras que los restantes se parapetarían en la entrada
de la población, apoyados por la guardia civil, que quedaría en la
retaguardia.
La
noche estaba más negra que la boca de un lobo, como vulgarmente se
dice. A lo largo de la carretera accidentada que llevaba a la
provincia de Córdoba, en las laderas de los cerros que la bordeaban,
colocamos a los voluntarios, entre ellos a los extremeños, en una
longitud de más de media legua. Un hermoso puente de hierro, tendido
sobre el río de Almadén, fue minado en sus cimientos, y algunos
prácticos quedaron encargados de su voladura, a una señal
convenida. Lo mismo se hizo con una alcantarilla situada a unos 200
metros del puente. Al pasar las fuerzas fascistas entre ambos
reductos, se los haría volar, y así quedarían cortados y
aniquilados hasta el último hombre, pues aquel tramo de tierra se
encontraba en una estrecha garganta, en cuyas escarpadas rocas se
habían colocado un buen número de dinamiteros, con frascos de metal
que contenían una poderosa carga de explosivos."
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Puente de hierro de Almadén ( Foto de J.L.Chamero) |
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En Agosto de 1936 se fue , aunque sus memorias continúan describiendo sus vivencias. Finalmente se fue exiliado a Méjico, donde murió en 1970.
Fuentes:
iPedro Vallina, Mis memorias. Córdoba, 2000. Centro Andaluz del libro & Libre Pensamiento .
iiRosa María Aragües Estragués, Atentados contra Alfonso XIII: Paris 1905 y Madrid 1906. Zaragoza, 2010