Juan de Mestanza es uno de los personajes más relevantes que tenemos en Agudo y posiblemente no tan conocido, en nuestro ámbito, como debería serlo.
Sabríamos muy poco de este personaje de no haber sido por el trabajo de Pedro Antonio Escalante Arce.
Me había llamado la atención que la mayoría de las referencias (libros, artículos, conferencias ..) de Juan de Mestanza estaban relacionadas con este gran historiador, por lo que decidí contactar con él. Para mi sorpresa, respondió a mis mensajes. Tengo que agradecerle su amabilidad conmigo y el que me haya proporcionado información sobre nuestro ilustre paisano.
Pedro Antonio Escalante Arce, es un importante historiador salvadoreño, Director de la Academia Salvadoreña de la Historia y recibió el Premio Nacional de Cultura del Salvador en el año 2004.
Dar "vida" a Juan de Mestanza le ha ocupado una parte importante de su tiempo con numerosas visitas al Archivo de Indias, en Sevilla y al Archivo General de Centroamérica, en Guatemala.
A Juan de Mestanza se le consideraba sevillano, pero Pedro Escalante Arce lo situó en Agudo, en 1534, hijo de Lope de Molina y Leonor Muñoz. Según él, no se trata de un gran escritor, pero alguna cualidad tendría cuando
Cervantes se fijó en él y lo citó en sus obras.
En mi última correspondencia con Pedro Escalante Arce me comentaba que, con motivo del Bicentenario del comienzo del movimiento insurgente en las colonias americanas, ha publicado un artículo en la prensa salvadoreña, que reproduzco a continuación:
Poetas
cervantinos en Sonsonate.
Pedro Antonio Escalante Arce
Academia Salvadoreña de la Historia
Miguel de Cervantes Saavedra publicó su primera novela pastoril en 1584, “La Galatea”, y en el Canto de Calíope, la musa cuenta de los ingenios de las letras que viven en los reinos españoles, dignos de sepultura a orillas del río Tajo. En octavas reales, Cervantes menciona cien nombres, de los cuales dieciséis han partido a América; son nombres privilegiados, algunos en esos días ya con fama de altos vuelos, como el joven Félix Lope de Vega, y también Alonso de Ercilla, otros menos y otros verdaderos ilustres anónimos para los siglos venideros. En México, entre varios está Francisco de Terrazas; el Perú tiene la mayoría, entre ellos Pedro Montes de Oca; y en Guatemala se encuentran Baltazar de Orena y Juan de Mestanza Ribera. De todos ellos, solamente dos poetas de las Indias españolas volverán a ser nombrados por Cervantes, Juan de Mestanza y Pedro Montes de Oca, sus nombres estarán en los tercetos del “Viaje del Parnaso”, publicado en 1614.
En “La Galatea” de 1584 Cervantes apuntaba “Y tú, que al patrio Betis has tenido/lleno de envidia, y con razón quejoso/……/…Juan de Mestanza, generoso/”.
Mestanza nació en Agudo, La Mancha, hacia 1534, y alrededor de 1555 llegó con un pariente a Panamá, rumbo a Perú, sin embargo permaneció en el istmo panameño como empleado de la real hacienda en el puerto de Nombre de Dios. Luego aparece su nombre como funcionario en Mérida de Yucatán, con el cargo de teniente de gobernador y capitán general -una verdadera interrogante en su vida-, y se le encontrará en Santiago de Guatemala alrededor de 1568, donde se casa con Beatriz de Vera, hija del presidente de la Real Audiencia, Alonso López de Cerrato, y toman ambos vecindario en San Salvador, donde Mestanza en 1574 era alcalde ordinario. Beatriz de Vera fue dueña de las haciendas La Goleta y La Bermuda, donde, en esta última, habían quedado los frescos vestigios de Ciudad Vieja. Además, como poseedora de encomiendas, Beatriz recibía la mitad de los tributos de San Pablo Tacachico y de San Silvestre Guaymoco (hoy Armenia). Después se trasladó Mestanza a Guatemala y comenzó con las comisiones judiciales por sus conocimientos de Derecho, hasta que fue enviado a La Trinidad a enjuiciar al alcalde mayor Diego de Torres en 1583, y allí permaneció después como alcalde mayor nombrado por la Real Audiencia alrededor de 1586, puesto en el que estará hasta la primera mitad de 1589. Fueron varios años de justicia mayor, con muchas actuaciones y una marcada tendencia hacia la protección de los naturales, tal y como lo había sido su suegro, el probo y austero presidente López de Cerrato, a quien se le ha comparado con un Bartolomé de las Casas, por su decidida actuación a favor de los indígenas. En tiempos de Mestanza fue el paso del corsario Thomas Cavendish en 1579, con la conmoción ocurrida en la villa y puerto. Ya viudo desde hacía varios años, en Santiago de Guatemala se le encuentra todavía en 1605, año de su última referencia en el Reino en documentos y diligencias (aparecerán un par de homónimos en la provincia de Costa Rica y en Perú, pero no constan documentalmente hijos de Mestanza con Beatriz de Vera).
Mestanza volvió, ya muy mayor, a la Península, y Cervantes se alegra de su vuelta en el “Viaje del Parnaso” (1614), y se asombra de su edad: “Llegó Juan de Mestanza, cifra y suma/ de tanta erudición, donaire y gala/que no hay muerte ni edad que lo consuma/Apolo le arrancó de Guatemala/y le trajo en su ayuda para ofensa/de la canalla, en todo extremo mala”.
Bien es sabida la aversión de Cervantes a Las Indias españolas, donde quiso venir como funcionario pero el Real y Supremo Consejo de Indias no accedió a su pedido, así es que prefiere que Mestanza haya vuelto y que ya no esté en América el viejo acalde mayor de Sonsonate.
Entre la numerosa documentación donde constan las actuaciones de Mestanza, están los antiguos títulos de las haciendas sonsonatecas de Las Lajas y San Antonio Los Lagartos, y en esos antiguos infolios, y con fecha 1608, en una medición de tierras en Los Lagartos, se menciona esas tierras como “sitio de estancia de ganado que fueron del bachiller Mestanza de Ribera”. Y también, en un papel de 1589, inserto en el legajo, aparece un obraje de añil que él tuvo en el sitio del Chupadero, que se dijo había sido poblado por Mestanza, por 1580. Es uno de los más antiguos obrajes añileros que constan en un documento del siglo XVI salvadoreño.
Varios poemas se le han erráticamente atribuido, y con autenticidad de su autoría sólo parece conservarse el que consta en el manuscrito inédito de la Biblioteca Nacional de Madrid llamado “Navegaciones del alma, por el discurso de todas las edades del hombre”, una recopilación manuscrita de Eugenio de Salazar, quien fuera el fiscal antecesor de Mestanza en la Real Audiencia de Guatemala.
Fuentes: