Historia de Agudo

Historia de Agudo (Ciudad Real)
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jueves, 24 de abril de 2014

Calles de Agudo en 1575

Los libros de las Cofradías del archivo parroquial de Agudo nos proporcionan una valiosa información. Este es el caso del Libro Cancelario de la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de 1575. Aunque personalmente aun no he podido tener acceso físico a él, si contamos con muchos datos publicados por Juan Francisco Cerrillo Mansilla en su  libro dedicado al Rosario de la Aurora de Agudo. Es una guía imprescindible para conocer esta antiquísima Hermandad y a sus archiconocidísimos Auroros.


En este libro cancelario aparecen  los censos de vecinos de 1610 y 1619, ya publicados en el blog. El listado me lo facilitó Isabel Cabrera y lo completé con los datos que he ido recopilando de otras fuentes.Con la información del Catastro de Ensenada de 1752, hice un estudio comparitivo de las calles del pueblo.

En esta ocasión, incorporo a este estudio, la relación de calles que aparecen en el listado de hermanos que se inscribieron en la Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario en 1575. Son las siguientes:

Calles de Agudo en 1575
Calle Larga 56
Calle de los Tejedores 56
Calle de Pedro Martín Luengo 19
Calle Prior 22
Calle de Orgaz 66
Calle de las Ollerías 44
Calle de Santa Catalina 29
El medio Pueblo 55
Calle del Risco 80
Calle de la Carnecería 62
Calle Hospital y Plaza 22

En total suman 489 familias. Llama la atención lo que denominan "el medio pueblo", con un total de 55 familias, desconozco a que corresponde "el medio pueblo".

La calle Larga corresponde a la calle Mayor y en un pleito de 1572, aparece también como calle Real.
Las calles más antiguas que han conservado sus nombres son : Tejedores, Prior, Ollerías, Risco y Hospital.
La calle Carretas se llamaba entonces calle de Santa Catalina, en honor a una de las ermitas más antiguas de Agudo,  la ermita de Santa Catalina (que posiblemente desapareció en el siglo XIX, al igual que la de San Juan).



El callejero de 1575 sería mas o menos casi el mismo que en 1752, posiblemente con más callejas y calles entrecortadas. 





Fuentes:

- Juan Francisco Cerrillo Mansilla, El Rosario de la Aurora de Agudo, Diputación Provincial de Ciudad Real, Imprenta Provincial, 2005.



lunes, 14 de abril de 2014

Estela Funeraria de Agudo. Siglo II d.c.

Desde hace muchísimos años, la mayoría de los agudeños conocían la piedra del viejo molino de la puente. Lo que seguramente no saben muchos, es que hará unos dos años, al realizar unas obras, apareció la piedra y vieron que había una inscripción en la otra cara. La piedra se recuperó y se llevó a las instalaciones del Ayuntamiento donde actualmente se encuentra.

Isabel Cabrera se puso en contacto con los investigadores Juan Manuel Abascal y Carmen García Bueno que han realizado el estudio del epígrafe que reproduzco integramente.

Previo a su lectura y a modo resumen, decir que se trata de una estela funeraria que data aproximadamente del siglo II d.c. y que pertenece a un tal Severus Gluantiocus.

Geográficamente esta zona se encontraba en la Baeturia de los Túrdulos, siendo vecinos los Vetones, Carpetanos y los Oretanos.

Pueblos prerromanos, mapa de Arkeotavira
En el siglo II d.c. los romanos habían organizado administrativamente Hispania en tres provincias : Tarraconensis, Lusitania y Bética. A su vez, estas provincias se dividían en conventus. 
Nuestra territorio se encontraba en Baetica, en el Conventus Cordubensis.
División administrativa de Hispania siglos I y II d.c.
Como se aprecia en el mapa, estámos muy cerca del límite de las tres provincias romanas, es lo que se conoce como Trifinium y que algunos localizan en Valdecaballeros.
Trifinium de Valdecaballeros - Mojón Gordo
Esperemos que con el tiempo aparezcan más noticias de este tipo y salgan a la luz algunos asentamientos o yacimientos arqueológicos que nos permitan conocer mejor nuestros orígenes más remotos.
También sería interesante que el Ayuntamiento busque un emplazamiento adecuado para que los agudeños puedan verlo.
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INSCRIPCIONES DE AGUDO (BAETICA, CONVENTUS CORDUBENSIS)
por Juan Manuel Abascal y Carmen García Bueno

El número de epígrafes romanos en la provincia de Ciudad Real, donde había muy pocos testimonios cuando comenzaron los trabajos de la nueva edición de CIL II, ha crecido mucho en los últimos años. Una gran parte de los nuevos descubrimientos fue mérito de Géza Alföldy1, quien recorrió en muchas ocasiones este territorio y consiguió probar que había tenido una gran intensidad de hábito epigráfico, similar al de otras zonas de Hispania, y que gran parte de ese impulso correspondía al gobierno de Augusto. Presentamos aquí dos epígrafes de diferente naturaleza, procedentes de dos puntos situados en los extremos occidental y oriental de la provincia. Agradecemos a D.ª Isabel Cabrera Gómez (Agudo) la noticia del epígrafe …

El área geográfica de Agudo, situada en el extremo suroccidental de la provincia de Ciudad Real, perteneció en la antigüedad a la Baeturia de los Túrdulos en el norte del conventus Cordubensis (Plin. N.h. 3, 3,13–14) al igual que la vecina localidad de Puebla de Don Rodrigo (también provincia de Ciudad Real)2. En esta zona debían confluir los territoria de Mirobriga (Capilla, Badajoz) y Sisapo (Almodóvar del Campo, Ciudad Real) y no lejos, algo más al noroeste, se debieron encontrar la praefectura Ucubitanorum y el trifinium provincial de Hispania, es decir, el lugar limítrofe de las provincias de Lusitania, Baetica y Citerior o, lo que es lo mismo, de los conventus Emeritensis, Cordubensis y Carthaginiensis.

El epígrafe de que tratamos a continuación sirvió tradicionalmente como paso sobre un caz de agua al norte del término de Agudo, entre el casco urbano y la Sierra de Santana, aunque se desconoce su lugar exacto de hallazgo. En el año 2011 fue retirado de su emplazamiento y trasladado a los almacenes municipales,donde lo pudimos describir el 29 de octubre de 2011 con Isabel Cabrera. A esta última debemos agradecer la noticia del hallazgo y las nuevas fotografías de junio de 2012.

Se trata de una estela funeraria tallada en cuarcita de origen local y rota por todo su perímetro, aunque su anchura y grosor corresponden grosso modo a las dimensiones originales. Por detrás está ligeramente desbastada y la superficie frontal está bastante alisada aunque también muy gastada. Las letras no están incisas sino que, como suele hacerse en la cuarcita, se marcaron raspando con un punzón sobre la piedra hasta conseguir que fueran visibles; ello hace que su relieve sea mínimo, que el texto sólo sea visible en determinadas condiciones de luz y que presente el aspecto de una inscripción “pintada”. Sus dimensiones son (173) × (72) × (27) cm. Una grieta original recorre la parte superior del bloque y condiciona la distribución de las letras. El epígrafe ocupa sólo la parte superior del monumento y la paginación se apoya en el lado izquierdo. Por la parte superior hay un espacio libre de 28 cm, lo que indica que no falta texto por encima de la primera línea conservada. La altura media de las letras es de 10,5 (v. 1), 9 (vv. 2–3), y 8,5 cm (vv. 4–5), aunque los caracteres no son uniformes y presentan ligeras variaciones de forma y tamaño. Las interpunciones son circulares.

La E presenta siempre la forma II, lo que permite leer sin dificultad el nombre del primer renglón. En v. 2 la primera letra es una G con el trazo vertical recto; sigue una L con la parte inferior muy poco marcada y la última letra es una I; es decir GLVANTI. En v. 3, antes de la grieta del soporte – que debe ser anterior al texto – sólo se grabaron las tres letras iniciales hoy visibles, OCO, seguidas de una interpunción muy clara, mientras que el resto del renglón no llegó a usarse. La unión de los vv. 2–3 proporciona la cadena de caracteres GLVANTIOCO, en donde la parte final – ANTIOCO – no es el dativo de Antioc(h)us, pues no hay interpunciones y esto dejaría sin sentido la parte inicial (vid. Infra).

En v. 4 se reconocen al inicio las letras F y L separadas por interpunciones; detrás hay un trazo curvo que parece una S – en ningún caso una I – seguido de las letras IT y de una O – no una C como parece a primera vista –, es decir, probablemente SITO. En v. 5 aparece una fórmula que no presenta dificultades y que debe conjugarse en singular. Eso significa que en v. 4 se encuentra el nombre el dedicante; al comienzo de esa línea se lee claramente F · L · y esto sólo admite dos soluciones: la primera de ellas sería suponer una dependencia libertina como F(---) l(ibertus) o similar; esta solución reduciría el nombre del dedicante a las cuatro últimas letras de v. 4 pero no es descartable; la segunda opción es imaginar que F(---)esconde en realidad f(ilio), referido al difunto, con lo que el dedicante quedaría identificado como L. SITO. Cualquiera de estas dos hipótesis es posible aunque la más sencilla debería ser la más probable; es decir,F(---) debería ser abreviatura de f(ilio) y el nombre del dedicante podría identificarse con dos elementos, uno de ellos abreviado. Respecto al nombre de ese dedicante la solución no es tan fácil. La lectura es clara y no ofrece dificultad: detrás de la F sólo sigue una L y el grupo SITO. La única alternativa para restituir ahí un nombre de dedicante es recurrir a las tablas de Kajanto, en donde se registra el cognomen latino Sitio3.Si SITO se encuentra escrito en lugar de Sit(i)o,entonces L(---) podría ser incluso un gentilicio latino – por ejemplo >L(icinius) – por lo que el dedicante podría llamarse e. g. L(icinius) Sit(i)o, lo que no pasa de ser sólo un ejemplo. No tenemos ninguna seguridad en el desarrollo que deba darse a esta línea, por lo que la solución de v.4 tendrá que esperar a las propuestas de futuras autopsias.

Según lo explicado anteriormente, el texto dice:

Severo
Gluantioco
.
F(---) · L(---) · SITO (?)
5 d(e) · s(uo) · f(aciendum) · c(uravit) ·

II = E

El difunto Severus Gluantiocus, presenta una doble denominación compuesta por su nombre personal y un nombre familiar indígena perteneciente al grupo de las llamadas “organizaciones suprafamiliares” de la Hispania indoeuropea4. Aunque el número de estas estructuras va aumentando con el paso de los años, una de las encuestas más interesantes es la de su extensión demográfica hacia el sur y hacia el oeste, es decir, fuera de los límites específicos de la Celtiberia.

Hace unos años, Géza Alföldy identificó uno de los testimonios más meridionales en Navas de Estena (Ciudad Real)5 y aún más al sur se encuentra el epígrafe de Macer Obisoq(um) Ambati f(ilius) Toleta(nus) en Casas de Don Pedro (Badajoz)6.

El nuevo ejemplo de Agudo es por el momento la evidencia más meridional de estas “organizaciones suprafamiliares” de Hispania, aquí expresada mediante un nombre declinado perteneciente al grupo de los que presentan sufijo -ioko-/-ioco-7. Algunos de ellos muestran desinencia en -um (Nonius Quintilianus Aniocum en CIL II 2838 de Soria, Aecus Aploniocum en HAE 1805 de Caparra), a modos de genitivos de plural, y otros alternan el masculino y femenino (Arcea Elanioca8, Lougeius Petraiocus9) en formas latinas que se declinan como el ejemplo que ahora nos ocupa.

Gluantioco es un testimonio de “organización suprafamiliar” cuya forma de nominativo es Gluantiocus y que debe derivar de un nombre personal10 como Gluantus o Cluantus. En efecto, la forma sorda Cluantius/-us (Cluanti, gen.) se reconoce en el genitivo Cluanti de un epígrafe funerario de Alconchel de la Estrella (Cuenca), en el extremo meridional de la Celtiberia: Aurolus Veniatioq(um) Cluanti f(ilius)11.
Más aún, en esa inscripción de Alconchel, el difunto pertenece a otra “organización suprafamiliar” que también tiene desinencia en -ioko-/-ioco- como el caso que nos ocupa (Veniatioqum, formado a partir de Veniatiocus).

Veniatioqum y Gluantiocus pertenecen a la misma categoría de nombres de “organizaciones suprafamiliares” del ámbito celtibérico (Aurolus Veniatioqum, Nonius Quintilianus Aniocum, Aecus Aploniocum, Arcea Elanioca, Lougeius Petraiocus, Severus Gluantiocus). Por ello, habría que pensar que Severus Gluantiocus sea un emigrante procedente de regiones más septentrionales, quizá de la Meseta norte española.
Esa condición de emigrante explicaría este hallazgo en un lugar tan meridional como Agudo, en el extremo suroccidental de la provincia de Ciudad Real, dentro del conventus Cordubensis.

Ni la paleografía ni el tipo de soporte pueden ser empleados como criterios de datación, pues se trata de un producto local de muy poca calidad técnica. Por la fórmula empleada en el último renglón habría que suponer una cronología imprecisa dentro del siglo II.

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1 G. Alföldy, Epigraphica Hispanica 9. Inschriften aus Ciudad Real, ZPE 67, 1987, 225–248; id., Römisches Städtewesen auf der neukastilischen Hochebene. Ein Testfall für die Romanisierung, Heidelberg 1987; id., Ein neues Zeugnis für suprafamiliare Organisationen im antiken Hispanien, en Studia in honorem Iiro Kajanto, Helsinki 1985, 9–14; id., Aspectos de la vida urbana en las ciudades de la Meseta sur, en J. González (ed.), Ciudades privilegiadas en el occidente romano, Sevilla 1999, 467–485.
2 J. M. Abascal – C. García Bueno, Inscripciones de Fuencaliente (addendum a ZPE 67, 1987) y Puebla de Don Rodrigo (Baetica, conventus Cordubensis), ZPE 169, 2009, 269–272.
3 I. Kajanto, The Latin Cognomina (Comment. Human. Litt. 6, 2), Helsinki 1965, 270.
4 De estas estructuras trata una bibliografía especializada en las últimas décadas: M.ª Lourdes Albertos, Organizaciones suprafamiliares de la Hispania antigua, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (Valladolid) 40–41, 1975, 5–66 (luego como monografía: Studia archaeologica 37, Valladolid 1975); ead., Organizaciones suprafamiliares de la Hispania antigua II, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología (Valladolid) 47, 1981, 208–214; M.ª C. González Rodríguez, Las unidades organizativas indígenas del área indoeuropea de Hispania, Vitoria 1986 (con diversos suplementos en revistas posteriores); M. E. Ramírez Sánchez, Epigrafía y organización social en la región celtibérica: los grupos de parentesco, Las Palmas de Gran Canaria 2003 (Relación completa de testimonios de genitivo plural en pp. 919–925). Una actualización de los testimonios puede verse en M.ª C. González Rodríg uez – M. Ramírez Sánchez, Unidades organizativas indígenas del área indoeuropea de Hispania III: addenda, Veleia 28, 2011, 253–267.
5 G. Alföldy, Ein neues Zeugnis (n. 1) (= AE 1985, 621).
6 M.ª C. González Rodríguez, Las unidades organizativas (n. 4), n.º 157. Cf. M. Salinas de Frías, Los Carpetanos: siglos III a.C. a I a.C., en Los pueblos prerromanos en Castilla-La Mancha, Cuenca 2007, 59; H. Gimeno, Paisajes epigráfi cos en el espacio romano de la comunidad de Castilla-La Mancha, en La romanización en el territorio de Castilla-La Mancha, Cuenca 2008, 298.
7 M. Ramírez Sánchez, Epigrafía y organización social (n. 4), 73, 218–219 con todos los testimonios.
8 M. Martínez Burgos, Catálogo del Museo Arqueológico Provincial de Burgos, Madrid 1935, 46, n.º 347; J. A. Abásolo,
Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes, Burgos 1974, 109, n.º 146.
9 J. A. Abásolo (n. 8), 67, n.º 70.
10 Sobre las “organizaciones suprafamiliares” formadas a partir de un nombre personal celtibérico, cf. M. Ramírez Sánchez, Epigrafía y organización social (n. 4), 60–61 y 67, con ejemplos tan evidentes como Antilicus, Laturicus, Lougestericus, Turancicus, Mandicus, etc.
11 G. Alföldy – J. M. Abascal – J. M. Millán, Otro testimonio meridional de las ‘organizaciones suprafamiliares’ indígenas de la Hispania citerior, ZPE 168, 2009, 283–285, con la bibliografía anterior.


Fuente:
- Juan Manuel Abascal y Carmen García Bueno: Inscripciones de Agudo (Baetica Conventus Cordubensis) y Alhambra (Hispania Citerior, Conventus Carthaginiensis). aus: Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik 184 (2013) 293–298 (ZPE 184).